«Una buena noticia, también para el sector privado»
En esta nota, Adelmo Gabbi celebra los avances en la negociación de la deuda pública, pero advierte que sólo se trata del inicio de un largo camino para la recomposición de la economía argentina. “Éste es momento de enfrentar las causas y no sólo de ‘reestructurar’ las consecuencias”.
La Argentina dio un paso adelante en la resolución de su deuda. El arreglo con los fondos del exterior no es sólo una buena noticia para el sector público sino también para el sector privado.
Al haber evitado el default, nuestro país logra destrabar créditos privados extremadamente necesarios para la reactivación de la economía argentina. Sin ese financiamiento, la presión sobre el tipo de cambio sería mayor.
La otra buena noticia es la del tratamiento igualitario para los inversores con títulos públicos con legislación local. Esto potencia las oportunidades de nuestro mercado de capitales. Es un paso muy importante para que el ahorro de los argentinos financie inversiones locales.
Con este acuerdo, la Argentina dispone de un par de años de gracia sin tener que pagar fuertes sumas de amortización de capital e intereses a los acreedores, y puede destinar ese flujo de dinero a dinamizar la economía local.
En resumen, se puede decir que el país evitó un mal mayor, que logró una baja sustancial en los intereses de la deuda y que alargó los vencimientos de capital, convirtiendo nuestra deuda en muy manejable y ya no en una dura mochila para cargar.
Pero si bien es un paso adelante, esto no resuelve los problemas estructurales que tiene que enfrentar nuestro país para no volver a tropezar en 5 años con la misma piedra.
La Argentina tiene que incentivar la producción. Sólo la competitividad y la seguridad jurídica atraerán inversiones a largo plazo. El consumo ayuda a crecer, pero sin ahorro no hay inversión, y sin inversión no hay desarrollo.
El arreglo de la deuda nos da una nueva oportunidad para realizar esos cambios estructurales que necesita la Argentina, para ser realmente competitivos e inclusivos. Necesitamos de una economía formal más vigorosa, con tributos justos. No nos podemos dar el lujo de tener una economía informal de más del 40% de nuestro PBI.
Tenemos que poner sobre la mesa la cuestión de por qué los costos de producción en nuestro país son tan agobiantes para las pymes. No es una frase hecha: las pymes representan el 90% del empleo local. A mayor trabajo formal, más aportes previsionales, y esto ayuda a bajar el déficit fiscal. Así atacamos las causas.
Todo país tiene ingresos (cobro de impuestos) y gastos (salud, educación, seguridad, etcétera). Ahora bien, si cualquier país gasta más de lo que le ingresa, genera déficit y obliga al Estado a tomar deuda para financiar ese déficit; por lo tanto, es obvio que la deuda es la consecuencia y no la causa. Insisto, entonces: éste es momento de enfrentar las causas y no sólo de “reestructurar” las consecuencias.
El mundo nos juega a favor. La valorización del precio de las materias primas que exportamos en el último mes (de más del 10%) mejora nuestro valor de intercambio. Producimos a mejor precio y mayor cantidad.
Además, el costo de oportunidad global del dinero es cada vez más bajo. El 86% de los títulos públicos y privados en el mundo rinden menos del 2% anual. Solo el 3% de los bonos del mundo rinden más del 5% (ahí estamos nosotros).
Vivamos este proceso como una gran oportunidad que no podemos desaprovechar. Lo repito: el mundo nos juega a favor. Que el arreglo con los bonistas sea el puntapié inicial para corregir las distorsiones de precios que hoy tiene nuestro país.
Los activos argentinos son muy baratos. Hagamos que valga la pena asumir el riesgo de invertir en la Argentina.
Adelmo Gabbi