Roger Myerson, Premio Nobel de Economía
Hace más de una década, el Premio Nobel de Economía 2007 Roger Myerson visitó la Bolsa y ofreció una conferencia en la que exhortó a descentralizar las estructuras de gobierno y a promover la lógica del libre mercado en el ámbito de la función pública.
A lo largo de su historia, la Bolsa de Comercio ha sido visitada por múltiples personalidades. Entre ellas, se tiene registro de que el 5 de octubre de 2009, el Premio Nobel de Economía 2007, Roger Myerson fue recibido en el Palacio Bursátil. En esa oportunidad, el Dr. Myerson habló sin tapujos: “Todos los países tienen algún tipo de corrupción, pero su naturaleza depende de las reglas de juego”, dijo, y explicó: “Mi esperanza es que algún tipo de democracia pueda reducir la corrupción, al hacer al sistema político relativamente más competitivo”.
La Teoría del Diseño de Mecanismos
En diciembre de 2007, Roger Myerson recibió junto con sus colegas Leonid Hurwicz y Eric Maskin el Premio Nobel de Economía, por haber establecido las bases de la “Teoría del Diseño de Mecanismos”. Propuesta en la década del 60 por Hurwicz, dicha formulación surgió como un sub-campo de la Teoría de Juegos que —según la Real Academia de Ciencias sueca— “ha ayudado a los economistas a identificar mecanismos comerciales eficientes, esquemas regulatorios y procedimientos electorales”. Tal y como Myerson lo postuló oportunamente para “el caso Pakistán”, este esquema teórico puede aplicarse al estudio de los incentivos que afectan a las instituciones políticas y económicas: a saber, las motivaciones que impulsan a los sujetos en términos de recompensas por su desempeño como jugadores. Así, a partir de modelos generales abstractos que describen la forma en que se definen y se ponen en funcionamiento las instituciones, se pueden analizar los efectos de diferentes estructuras políticas en la conducta competitiva de los actores que las integran y, consecuentemente, evaluar el desempeño de los gobiernos respecto de la promoción del bienestar general. “¿Cómo nos aseguramos de que los funcionarios de gobierno proporcionen buenos servicios a la población?”, se preguntó Myerson durante la disertación ofrecida en la BCBA. “Ésta es la solución: necesitamos muchas personas que tengan experiencia de gobierno y que actúen como agentes independientes, que compitan y se ofrezcan por el poder”.
A partir del “caso paquistaní”
Basándose en su estudio sobre el “caso paquistaní”, en el que el Premio Nobel de Economía 2007 comparó el carácter bipartidista del sistema político del país asiático con la condición oligopólica en los mercados, concluyó que —al igual que la competencia económica— la democracia se encuentra menoscabada cuando es ejercida por un número reducido de actores: “La primera propuesta es la descentralización política, la delegación de poder a nivel federal, provincial y municipal. Hay que tener múltiples niveles de poder: que el poder esté compartido entre gobiernos democráticos electos independientemente. En cada nivel puede haber políticos que tengan atribuciones independientes para tomar recursos públicos y mostrarle a la gente de su distrito —o de su provincia, o de la nación— lo que pueden hacer con ellos. La descentralización da más oportunidades a más personas para ejercer responsablemente el poder público. Si puede hacer un buen trabajo, un buen gobernador también puede ser un buen candidato para la Presidencia”.
Y por casa, ¿cómo andamos?
En su carácter de moderador, el periodista Mariano Grondona intervino hacia el final del encuentro para conducir la disertación al plano de la realidad política argentina. Ante la hipótesis sugerida de que una creciente competencia entre los líderes políticos pudiera morigerar las prácticas venales en los sistemas de gobierno, el Dr. Grondona preguntó a Myerson hasta qué punto sería tolerable en la vida pública de un país un nivel determinado —siquiera mínimo— de corrupción. “No podemos ni debemos tolerar nada que comprometa el sistema de competencia política”, respondió Myerson, y explicó: “Las leyes contra la corrupción tienen que ser tomadas seriamente. La pregunta sería cómo hacer que nuestros líderes compitan para minimizar la corrupción y, más específicamente, cómo motivar a los ejecutivos honestos para que trabajen en el sector público, cuando allí se les paga menos que en el ámbito privado. En tal sentido, los sistemas de rendición de cuentas y la libertad de prensa son factores esenciales para el éxito político de una sociedad. Por ello, en este contexto de competencia política no importa lo que los líderes puedan hacer o no a corto plazo: si toman recursos para malgastarlos, a la larga, les resultará difícil mantener el poder”.