Pintores argentinos: Cesáreo Bernaldo de Quirós
Desde hace varias décadas, la Bolsa apoya el arte y sus diferentes manifestaciones a través de la compra de obras, la disposición de espacios para exhibición, y la promoción de estas actividades en muestras y Salones. Además, realiza una tarea de difusión, que canaliza a través de sus diversos medios institucionales. A partir de 2013, cada Noche de los Museos en la Ciudad de Buenos Aires, se abren las puertas a la valiosa pinacoteca de la Bolsa, que reúne obras de pintores argentinos del siglo XIX y XX.
Julio Bernaldo de Quirós llegó al Río de la Plata a mediados del siglo XIX. Si bien sus orígenes se vinculaban a la nobleza española, la familia emigró por causas políticas y tuvo que empezar de cero y sin recursos en Montevideo y Buenos Aires. Luego arribaron a Gualeguay, provincia de Entre Ríos, donde Quirós padre trabajó como letrado, y donde también fue intendente de la ciudad (1880), presidente de la Sociedad Española y fundador del sector español en los cementerios cercanos. Julio se casó con Carlota Ferreyra y Cesáreo fue el segundo de los 10 hijos que tuvo el matrimonio. Fue Carlota la que entendió la inclinación artística de su hijo, y quien, en su lecho de muerte, le pidió a su marido que hiciera estudiar pintura al muchacho.
Así fue como iniciado en la pintura bajo la guía del valenciano Vicente Nicolau Cotanda, en 1897 Cesáreo Bernaldo de Quirós ingresó en la academia de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes. Allí completó sus estudios con Ángel Della Valle y Reinaldo Giudici. En 1900 viajó becado para perfeccionarse en Roma, y en este primer viaje en el que recorrió Italia y España tomó contacto con los artistas españoles Joaquín Sorolla e Ignacio Zuloaga.
A partir de ese momento su carrera fue en ascenso: obtuvo una primera mención en la Bienal de Venecia de 1901 y su cuadro Los segadores fue adquirido por el Museo de Arte Moderno de Barcelona en 1907. A su regreso a Buenos Aires, en 1907, Quirós se sumó al grupo Nexus, que fue presentado en sociedad ese mismo año, con el pintor Pío Collivadino a la cabeza y la participación de los pintores Fernando Fader, Carlos P. Ripamonte, Alberto María Rossi, Justo Lynch y el escultor Arturo Drasco, así como Ernesto De la Cárcova también vinculado con ellos, aunque no formalmente.
En 1910, Bernaldo de Quirós obtuvo el Gran Premio y Medalla de Oro otorgados en la Exposición Internacional del Centenario, donde se le dedicó una sala especial con la exhibición de 26 de sus obras. En dicha ocasión recibió su obra ganadora La Carrera de Sortijas fue comprada por la provincia de Entre Ríos en $20.000, que a valor actual serían unos 500.000 dólares.
Si bien abordó desde el paisaje hasta la naturaleza muerta, a partir de 1916 y durante diez años, Quirós se retiró al interior de Entre Ríos, donde estudió minuciosamente a los hombres y mujeres que trabajaban y frecuentaban el lugar, materia prima a partir de la cual realizó la serie de Los gauchos, la colección más importante de un artista nacional. Son más de 30 obras que exhibió en los lugares más prestigiosos del mundo: Madrid, Barcelona, Berlín, París, Londres, Nueva York, Boston, Washington y San Francisco.
En la década del 60, esta serie estaría en el centro de la puja entre las autoridades políticas y Jorge Romero Brest, el director del Museo Nacional de Bellas Artes, cuando las primeras aceptaron la donación de treinta pinturas por parte de Quirós, con la obligación de su exposición permanente, sin acuerdo del director del Museo. Este conocido episodio, que terminó por decidir la renuncia de Romero Brest, exhibe con claridad la tensión entre los sectores conservadores, que apoyaban el “arte nacional”, frente a la militancia a favor de la renovación artística que sostenía Romero Brest.
Es de suponer que durante las seis décadas de actividad que Bernaldo de Quirós dedicó a la pintura haya reunido una numerosa colección estimada en unas 2000 obras. En la actualidad, tres honran a la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.