La última rueda en el 299
Muchos recordarán el gran hito que representó en la historia de la Bolsa la rueda del 28 de septiembre de 1984. Aquella jornada fue la despedida de las pizarras negras del recinto de Sarmiento 299, ya que, a partir de la rueda siguiente, la negociación bursátil se registraría y se difundiría a través de los modernos paneles electromagnéticos del Recinto Nuevo de 25 de Mayo 359.
Es 28 de septiembre de 1984. La inminente apertura del nuevo recinto de operaciones de la Bolsa le cambia el nombre al que fuera inaugurado 68 años antes. El que ahora pasa a llamarse “viejo” recinto —el de la esquina de Sarmiento 299 construido en 1916 especialmente para albergar la rueda bursátil— le dice adiós al bullicio del “viva voz”. Socios, operadores y mandatarios celebran con alegría tantos años de innumerables jornadas de voceo e inversión.
Se despiden las negras pizarras y sus laboriosos pizarreros, que a mano y con tiza y borrador se afanaban por registrar el último precio operado en “tiempo real”. Se despiden los inversionistas, que presenciaban las negociaciones desde detrás de las barandas. Se retira la tradicional campana que anunciaba el inicio y el final de cada rueda. Con estos sencillos gestos, se da vuelta una página y se cambia de época.
Las serpentinas y el papel picado indican que se trata de una despedida festiva. Cabe señalar que la Bolsa celebra especialmente que por primera vez no tiene que irse a ninguna parte, como se viera obligada a hacerlo en cada una de sus mudanzas anteriores. Esta vez la Bolsa traslada su recinto de operaciones a un edificio aledaño para ir en línea con los avances tecnológicos que requiere la profesionalización del mercado de capitales, pero no abandona la que ha sido su casa desde 1916: la imponente obra arquitectónica de Alejandro Christophersen.
Así comienza una etapa signada por la tecnología del nuevo recinto de operaciones, ubicado en el moderno edificio ideado por el arquitecto Mario Roberto Álvarez e inaugurado el 26 de abril de 1977. Con la implementación de esta tecnología de avanzada, la Bolsa de Buenos Aires se ubica a la par de los recintos mejor dotados del mundo. Entre las nuevas funcionalidades, pasa a contar con un sistema informático que permite registrar y difundir las operaciones en tiempo real, con transparencia y velocidad, dentro y fuera del recinto.