Gas Natural Licuado: hacia la ansiada autosuficiencia energética
En el ámbito del sector energético argentino, el desarrollo del GNL presenta alternativas diversas y de variado impacto: desde brindar al mercado un nuevo combustible para el transporte terrestre hasta generar un nuevo producto de exportación.
Chorros de tinta se han derramado en los medios masivos de comunicación y en las revistas especializadas sobre las importaciones de gas natural licuado que, desde 2008, han venido a suplir la declinación de la producción interna del fluido, que llevó el país a un pronunciado déficit en la cobertura de la demanda interna. El tema impacta en la economía, en la política, y ha llegado incluso a los estrados judiciales, dadas las erogaciones efectuadas que –según un estudio del CONICET– solamente hasta 2015 alcanzaron los 14.000 millones de dólares.
Si bien la importación ha sido un recurso al que históricamente se recurrió para cubrir faltantes estacionales, el origen había sido y lo sigue siendo Bolivia, aunque en un porcentaje relativamente bajo en relación al consumo total, utilizando el tradicional transporte por gasoductos desde el país vecino.
Pero, volviendo a nuestro tema, el Gas Natural Licuado (GNL en español, LNG en inglés) es producto de procesar el gas en estado gaseoso para reducir su volumen unas 600 veces y así poder ser transportado por barcos denominados “metaneros” a bajísimas temperaturas (-162°C). Provenientes de Qatar, Trinidad y Tobago, Nigeria o Australia, los embarques llegaban a los puertos de Bahía Blanca y Escobar, especialmente adaptados para tener una doble amarra, una barcaza regasificadora, también importada, que se mantenía en puerto a un lado del muelle de operaciones, para reconvertir el GNL de los sucesivos embarques metaneros que amarraban del otro lado, e inyectarlo a los gasoductos.
El desarrollo de Vaca Muerta permitió que se comenzara a revertir la declinación productiva, y el 29 de octubre pasado, el Gobierno pudo prescindir de las importaciones que llegaban a Bahía Blanca, y espera que para 2021 la importación de GNL sea sólo un mal recuerdo.
El panorama descripto no estaría completo si no comenzáramos a analizar aquellas oportunidades de las que habla el título de esta nota. Las alternativas son diversas y de variado impacto. Desde brindar al mercado un nuevo combustible para el transporte terrestre hasta generar un nuevo producto de exportación, dando vuelta la historia reciente.
Iniciativas en marcha y por venir
La compañía fabricante de vehículos IVECO ha desarrollado camiones impulsados a GNL que, por ser mucho menos contaminantes que cualquiera de las otras opciones disponibles hasta ahora, ofrecen un tipo de transporte más en línea con el cuidado del medioambiente. Para acompañar esta iniciativa privada, el Gobierno está generando el plexo normativo necesario para regular la actividad, generar incentivos para la fabricación local y, a la vez, permitir la importación de dichos vehículos desde países que han llegado a un nivel de industrialización con masa crítica que permite acceder a precios más bajos.
La firma proveedora de soluciones tecnológicas GALILEO, por su parte, presentó ya hace un tiempo la idea del “gasoducto virtual”: camiones metaneros que transporten GNL hasta los lugares de consumo donde el fluido se regasifique con procesos a escala del área de consumo.
Ambas iniciativas requieren de plantas de licuefacción que, por obvias razones de rentabilidad, debieran estar cerca de las áreas extractivas –en particular, Vaca Muerta–, con la infraestructura necesaria para su implementación, muy posiblemente con una adecuada combinación de los dos proyectos.
Quizás la propuesta más ambiciosa, y con resultados que impactan en la balanza comercial del país, sea la de la licuefacción en puerto, que permitiría iniciar una etapa nueva para Argentina: la exportación de gas natural licuado.
En ese sentido, YPF ha picado en punta –en conjunto con Transportadora de Gas del Sur– en pos de llevar el gas de Neuquén a Bahía Blanca, en cuyo puerto se produciría la licuefacción y carga del fluido en los barcos metaneros con destino a los países compradores. En la primera semana de febrero llegó una barcaza capaz de efectuar el mencionado proceso, en el marco del acuerdo entre YPF y la firma belga EXMAR. Dicha plataforma, denominada “Tango FLNG”, es una unidad de bandera liberiana sin propulsión propia, que ha sido remolcada desde China por el buque maltés MT Forte; tiene 144 metros de eslora (largo) y es capaz de procesar 2,2 millones de metros cúbicos de gas por día. Comenzaría a operar en el segundo trimestre, produciendo 8 cargas anuales por un plazo contractual de 10 años.
Nos encontramos a las puertas de una nueva etapa para Argentina. Con las inversiones en la exploración y explotación hidrocarburífera, es de esperar que se arribe a la tan ansiada cobertura de la demanda interna, y que se amplíen las incipientes exportaciones estivales por gasoducto a países limítrofes. En ese marco, el Gas Natural Licuado será seguramente un aporte significativo para concretar la ansiada autosuficiencia energética y hacer realidad el sueño de un país exportador neto de energía.