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El sonido de la música

Nacido en Paraná, Entre Ríos, el director de la Orquesta Sinfónica Nacional, Pedro Ignacio Calderón, es reconocido como una de las mejores batutas de América latina. A la hora de llevar el arte musical al gran público, manifiesta su predilección por el Viejo Recinto de la BCBA.

Pedro Ignacio Calderón

“Muy pocas veces se puede escuchar música en un estado óptimo, de perfección. Yo mismo, por ejemplo, durante muchos años no tuve un buen equipo reproductor de música: nunca me había preocupado por tenerlo, porque a la música yo la hago todos los días, y la hago en serio…”. El melómano desinteresado por las bondades del sonido hi-fi, que ha conducido la Orquesta Sinfónica Nacional durante casi 25 años, insiste: “Las personas que puedan llegar a tener una aproximación más erudita al tema, si quieren escuchar música intensiva y frecuentemente deben habituarse a los más diversos lugares, con diferentes calidades y cualidades de acústica. En tal sentido, entre las salas que no han sido preparadas específicamente para ofrecer conciertos, la de la Bolsa es una de las mejores”.

–¿A qué responde su predilección por dirigir obras de estreno, o aquéllas que han sido poco interpretadas?

–Yo siempre fui muy curioso: me gusta escudriñar entre lo que otros no han visto. Y cuando uno busca, a veces encuentra obras realmente valiosas que –aunque hayan quedado opacadas por trabajos más logrados o famosos del mismo compositor– vale la pena dar a conocer. Así, es posible encontrar muy buenas obras que han sido injustamente olvidadas: quizás, en su momento, fueron liquidadas por un juicio apresurado (de ésos que a veces emiten los críticos musicales), y con el paso del tiempo quedaron para la posteridad. “Madama Butterfly”, de Giacomo Puccini, es un buen ejemplo: al momento de su estreno, se dijo: “Esta obra es loca, no va a perdurar”. También recibieron críticas negativas “Carmen”, de Georges Bizet, o el “Concierto para piano” de Tchaikovsky…

El maestro Pedro Ignacio Calderón al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional

Momentos de intimidad

Discípulo de Vicente Scaramuzza y Alberto Ginastera, en piano y composición respectivamente, Pedro Ignacio Calderón se puso al frente de la Orquesta Sinfónica de Tucumán con sólo 24 años de edad. Desde entonces, ha dirigido numerosas orquestas de primera línea alrededor del mundo; entre ellas, la Filarmónica de Buenos Aires, donde permaneció dos décadas y media. Por su extensa y brillante trayectoria, sus colegas lo consideran una suerte de patriarca de los directores de orquesta argentinos. Consultado sobre sus preferencias de trabajo respecto de determinados autores o piezas musicales en particular, el Maestro Calderón prefiere hablar de “momentos” personales: “A mí me sucede lo que a muchos otros músicos: tengo épocas… En una época, tuve un gran interés en acercarme a la obra de determinado compositor, y puse un enorme esfuerzo en ello: quería estudiarlo y dirigirlo todos los días. De repente, algo pasó y empecé a concentrarme en otros compositores… Todos los que han ocupado ese lugar de preferencia se quedan dentro de uno, definitivamente, pero a la vez van apareciendo otros. Es cuestión del momento particular, íntimo, que uno vive”.

–¿Un ejemplo?

–Uno de los autores que siempre me ha fascinado escuchar es Johann Sebastian Bach, pero siempre consideré que me faltaba mucho para hacer Bach como yo quisiera. Así que prefiero escucharlo, y cuando debo elegir música para escuchar, elijo a Bach.

“La acústica del Viejo Recinto es muy buena, y la gente viene aquí con mucho gusto”.