“El dinero que paga interés es inflacionario”
Convocada por la Fundación BCBA, la economista Diana Mondino ofreció a mujeres con vocación bursátil algunas claves para tomar las mejores decisiones de inversión, y expuso el contexto de coyuntura y las expectativas a la hora de hacerlo en la Argentina. “Para el que se anime, comprar bonos argentinos es una oportunidad como no hay otra, debido a la tasa de interés ofrecida, que no existe en toda la galaxia”.
Da gusto escuchar a Diana Mondino. Su estilo espontáneo y ameno, cimentado en firmes conceptos económicos, siempre es grato y provechoso al oyente. Más bien “las” oyentes, porque en este caso, la directora de Asuntos Institucionales de la Universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina (UCEMA) se dirigió a socias de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y a alumnas de cursos de la Fundación BCBA en la primera charla del ciclo “Ellas invierten”. Durante su conferencia “Argentina, tan cerca y tan lejos del mundo”, la economista ofreció claves para tomar óptimas decisiones de inversión (ver recuadro) en el marco de un aquí y ahora local e internacional determinado por la coyuntura pospandemia.
“Este año, la Argentina se encuentra en una situación muy particular”, arrancó Diana Mondino. “Con independencia de las distintas opiniones políticas, tras las elecciones PASO de 2019 hubo un quiebre total de la confianza que había en determinado tipo de negocios en el país. Entonces, por ejemplo, inversiones que se realizaban antes de las PASO en energías renovables fueron suspendidas por la incertidumbre: porque no se sabía si el marco regulatorio o las condiciones de financiación iban a cambiar. Ahora, un año después, se sabe que esas condiciones efectivamente cambiaron. En el caso de la biotecnología, que en la Argentina se estaba desarrollando mucho antes de las PASO, hubo continuidad, pero con un impulso menor. Entonces, es poco probable que la Argentina pueda aprovechar como país, desde el punto de vista macro, los actuales saltos tecnológicos. Como inversoras en renta variable, esto nos condiciona bastante a invertir sólo en el exterior. No puedo invertir en una empresa de microchips nacional, porque esa empresa no existe”.
Con referencia a una inversora “con perfil más conservador, que prefiere comprar bonos”, la economista consideró indispensable entender el panorama internacional de las tasas de interés: “En este momento, el mundo tiene tasas muy bajas, en parte por los efectos financieros de la pandemia. De hecho, se está trabajando con tasas de interés negativas en más de 20 países del mundo. Esta situación ha generado un panorama global de tipos de interés tan reducidos que el efecto es fenomenal, sobre todo en los portafolios de los fondos de retiro o de los inversores institucionales. Por ello, muchos fondos se han volcado a mercados emergentes, en la búsqueda de una tasa de interés un poco más atractiva. En este momento, la Argentina tiene una de las tasas más elevadas del mundo, de 17% o 18%, para los bonos locales. De hecho, tenemos la tasa de interés más elevada del mundo en dólares después de la de Venezuela. Entonces, el costo financiero para una empresa es mucho más alto aquí que en el resto del mundo. Y en el caso de los inversores que prefieren tener sus fondos en el exterior, su rentabilidad es minúscula, infinitesimal; a menos que se esté dispuesto a invertir en acciones, con el riesgo que ello conlleva dada la volatilidad propia de ese mercado”.
“En la Argentina, al tener una tasa de interés mucho más alta que las del resto del mundo, a las empresas se le está haciendo extremadamente difícil mantener su capital de trabajo, sin hablar ya de invertir”, observó Mondino. “Consideremos, además, que venimos de un año de pandemia. Mantener la tasa de interés ficticiamente elevada para mantener el Dólar ficticiamente planchado es una política macroeconómica gravísima, espantosa e inmoral. Es cierto que, para el que se anime a hacerlo, comprar bonos argentinos es una oportunidad como no hay otra, debido a la tasa de interés ofrecida, que no existe en toda la galaxia. Por supuesto, está el riesgo de que esos títulos no se paguen, si bien con la posibilidad de salir antes por tratarse de un mercado extremadamente líquido”.
“La Argentina está muy cerca y muy lejos del mundo al mismo tiempo”, retomó Diana Mondino para explicar el título de su charla. “Quizás, el país podría tener una financiación a una tasa menor; sin embargo, nos estamos alejando del mundo en varios sentidos. Nuestras empresas no tienen acceso a una financiación mínimamente razonable, a comparación de las que tienen sus competidores en el resto del mundo. En este contexto, tampoco se puede aprovechar el talento argentino, ni para fabricar tapitas de tubo de dentífrico ni para generar energías renovables”.
“El consenso mayoritario considera que la situación actual de tasas de interés en el mundo no es sostenible”, indicó la economista. “Las tasas empezaron a bajar abruptamente desde la crisis de 2008, hasta que luego de idas y venidas volvieron a bajar con la pandemia, por las imperiosas necesidades de gasto fiscal que hubo en todos los países, no sólo en la Argentina. Sin embargo, las políticas implementadas en otros países para ayuda o sostén de las empresas fueron diferentes a las nuestras. En la Argentina se trasladó el costo del ajuste al ámbito privado, pero no necesariamente fue soportado por los más fuertes. Las empresas tuvieron que endeudarse para pagar sueldos con una tasa ‘subsidiada’ de 24%, más IVA, más retenciones, etcétera”.
“Otra situación que a la vez nos acerca y aleja del resto del mundo es la de la posición de monedas. Con el objeto de preservar el comercio exterior, en el contexto desfavorable de la pandemia, los países con signos monetarios fuertes no se preocuparon por mantener la fortaleza de sus monedas. En el caso argentino, por el contrario, el transporte aéreo quedó reducido a la nada, incluso dentro del país, lo que provocó un aumento sustancial de los costos de comercialización”.
“En todas partes del mundo, el desempleo dio un horrible salto por las cuarentenas. Ha habido algunos sectores mucho más afectados que otros, como los de Turismo, Esparcimiento, Gastronomía, etcétera. En la Argentina no parece haber habido un aumento tan notorio del desempleo porque el Gobierno prohibió los despidos. Puede que esta medida proteja al empleado, pero también afecta al empleador y achica la economía.
Todo esto nos aleja de las prácticas, de las metodologías y de las formas de trabajo que tienen otros países. Ése es un tema muy relevante a la hora de integrarse con el mundo”.
Al momento de evaluar una inversión financiera, Diana Mondino recomendó “pensar en quién tiene oportunidad de crecer, o de obtener más ganancias, aunque no crezca”; y advirtió que, en tal sentido, las situaciones monetaria y fiscal son relevantes: “En materia fiscal, también a diferencia de otros países, la Argentina ha mantenido una alta carga impositiva. En este marco, aunque la empresa en cuestión tenga éxito con sus productos y cuente con capacidades de innovar y de crecer, lo que le queda para reinvertir es muy escaso. Entonces, en la Argentina nos estamos comiendo el capital de las empresas. La política fiscal está haciendo daño con impuestos que afectan el crecimiento de las empresas en lugar de acompañarlo. En la Argentina, la base impositiva es sobre los stocks de las personas y de las empresas, no sobre sus flujos, y ése es un verdadero problema. Respecto de la cuestión monetaria, en la Argentina todos sabemos que el Peso hoy vale más de lo que va a valer dentro de un año. La situación monetaria es compleja. Si se observan los números del Banco Central, en los activos están las reservas, en tanto que los pasivos no sólo están representados por los pesos en poder del público, sino también por el endeudamiento de la máxima autoridad monetaria (lo que se denomina ‘déficit cuasifiscal’). Esos pasivos crecen actualmente a una tasa de 38% anual (en la gestión de Mauricio Macri crecían al 73% anual). Hay una frase famosa del ámbito económico que dice: El dinero que paga interés es inflacionario. Con lo cual, la posibilidad de que la inflación sea sustancialmente menor al 38% es matemáticamente imposible. Y esa misma relación puede aplicarse a la devaluación del Peso respecto del Dólar, salvo que sea el Dólar el que se devalúe o que la Argentina tenga un superávit comercial importante. Entonces, nuestra actual política monetaria conduce a una mayor inflación. Si se suman ambos factores, el de una política fiscal que grava la actividad económica, y el de una política monetaria que devalúa el Peso, el resultado es cada vez menos actividad con más inflación”.