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“La Argentina es capaz de reventar un esquema de dolarización”

Lo aseguró Fernando Navajas en la Reunión de Coyuntura de FIEL en la Bolsa, y estimó que la inflación podría estar asentándose en “un nuevo escalón” de entre 6% y 7% mensual. “Frente a este impulso, cambian las expectativas de formación de precios y salarios”, advirtió el economista.

Fernando Navajas, economista jefe de FIEL.

Durante la Reunión de Coyuntura que la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) lleva a cabo mensualmente en el ámbito de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, el economista Fernando Navajas se dedicó a describir y analizar el problema inflacionario en la Argentina: sus antecedentes, su situación actual y su proyección futura.

“La hipótesis de base que servía a las proyecciones de consenso no disruptivas de la actividad y de los precios en 2022, suponía un acomodamiento pausado y bastante inercial”, recordó Fernando Navajas, y especificó: “Esto es, un acomodamiento anclado en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), basado en una estrategia de bajar subsidios a medias”. Sin embargo, continuó el economista jefe de FIEL, la pelea al interior del Gobierno, el shock de la energía, y en especial la aceleración inflacionaria de marzo “hicieron trizas” esa hipótesis: “La aceleración inflacionaria, en particular –el error en su diagnóstico y la forma de reaccionar del Gobierno– puede llevar a una inflación disruptiva para la actividad y la estabilidad macro y política. Éste es el fenómeno saliente de esta coyuntura”.

“¿Qué pasó en el último mes o mes y medio?”, se preguntó Navajas, y rememoró: “La salida de la pandemia, sumada a los estímulos y a la expectativa del acuerdo con el FMI dieron lugar a una recuperación demasiado fuerte de la demanda. Demasiado fuerte, se entiende, para una oferta dañada por el shock negativo de productividad de la pandemia y por los shocks de la caída de la oferta en alimentos y energía. El resultado fue un cimbronazo de precios que da lugar a un impulso autónomo y autosostenido de la inflación a corto plazo: una suba en el escalón inflacionario mensual, que estaba cómodamente situado en el 4%, ahora salta al 6% y provoca un desanclaje”.

“La aceleración inflacionaria es un problema para la política de indexación del tipo de cambio (crawling peg) acordada con el FMI” (Fernando Navajas).

“Frente a este impulso, cambian las expectativas de formación de precios y salarios”, prosiguió el economista. “No sólo cambian las expectativas empresarias: cambian las expectativas de todos, hasta las de Doña Rosa. Ésta es la patología más importante que enfrentamos ahora. Que se sostenga la situación anterior o que se dé lugar a un nuevo escalón inflacionario dependerá de la política macro y de su reacción. En un momento crítico como éste, el antídoto clásico podría resumirse en un chiste muy conocido: ¿Cómo se dice ‘ómnibus’ en alemán? Suban (tarifas), estrujen (el gasto primario), bajen (la emisión). Ésta es la fórmula por la que tenemos que ir ahora, si no queremos ser devorados por el nuevo escalón inflacionario”.

En tal sentido, el economista enfatizó la necesidad de que la administración política “señale o demuestre” que el financiamiento inflacionario al 3% o 4% mensual resulta suficiente, y que el 6% o 7% mensual sería exagerado: “La razón por la cual hay que quedarse entre el 3% y el 4% es porque lo que se está haciendo en materia de consolidación fiscal, de ajuste tarifario y de emisión, es absolutamente consistente con el escalón inflacionario previo. No hay que subir otro escalón. La sangre no debe llegar al río. Ocurre que la política macro está jaqueada políticamente, acotada en sus instrumentos y acciones, y forzada a dar señales opuestas. El tema energético es un buen ejemplo de ello”.

Consultado sobre las propuestas públicas de dolarización de la economía, Fernando Navajas observó: “No lo veo como un tema de agenda político-económica, salvo en el caso de que estuviéramos pisando terreno hiperinflacionario. No es eso lo que se ve ahora mismo, pero podríamos llegar a tener problemas muy graves en un contexto de –por ejemplo– una inflación superior al 100% anual. Una inflación así podría llevar a una discusión, no ya acerca de una dolarización, sino del régimen monetario, financiero, cambiario y fiscal que debería tener la Argentina. En un país sin leyes, una reforma monetaria aislada conduce a la emisión de cuasimonedas provinciales. La Argentina es un país capaz de reventar todos los esquemas imaginables, incluido el de una dolarización; porque en tal caso, las provincias podrían declararse soberanas en materia monetaria y empezar a emitir cuasimonedas. Eso ya se vio en su momento. Así que, ojo con los espejitos de colores. Una reforma monetaria no pone en línea todos los patitos”.