“Allí donde hay progreso, el poder está sujeto a la Ley”
Durante la charla ofrecida en ocasión del 167° Aniversario de la BCBA, el filósofo Santiago Kovadloff sostuvo que “el progreso requiere de un desarrollo basado en la libertad personal y en la solidaridad colectiva”, y advirtió: “Las economías pueden organizarse muy bien sin necesidad de la ética, pero la dimensión de lo ético es el fundamento que le da sentido humanista a la economía”.
Este año, a partir de las restricciones impuestas por la situación sanitaria, la celebración del cumpleaños de la Bolsa cambió los habituales discursos institucionales y oficiales por un espacio de reflexión común. El invitado fue el filósofo y ensayista Santiago Kovadloff, quien propuso la charla interactiva ¿Cómo se construye el futuro? Desafíos éticos para una Argentina republicana. Tras la apertura del presidente de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, Adelmo Gabbi, y la presentación del gerente de Difusión y Desarrollo de Mercado de Capitales de la Asociación, Claudio Zuchovicki, Kovadloff tomó la palabra: “Podemos decir que el futuro ya está adelante nuestro: es una realidad venidera con la que ya contamos. Aunque la concepción natural del futuro es esta certeza de que el tiempo venidero nos aguarda, es conveniente contraponerle otra idea: el futuro es una construcción, en la medida en que le infundimos un contenido desde el presente; es decir que ese futuro es lo que de él hacemos desde ya. Tendremos el futuro que sepamos construir, con las características del esfuerzo, del empeño y de la tenacidad que pongamos al infundirle un contenido. Para que haya futuro es preciso construir sentido, de tal manera que el verdadero contenido del presente está dado por lo que el pasado ha hecho de nosotros, por lo que nosotros podemos hacer con el pasado, y por lo que hacemos con el porvenir que queremos como ideal”.
El filósofo observó que hoy la Argentina está ante un dilema fundamental: “¿Qué tiene por delante nuestro país? ¿Futuro o pasado? Si tiene futuro, es porque el repertorio de proyectos, de anhelos, de aspiraciones, con los que ya queremos empezar a trabajar, son los característicos por venir. Si en cambio tiene pasado, es porque estamos atados a un concepto que sólo aspira a repetirse, a ensanchar el campo del fracaso; porque no hemos podido extraer del pasado las lecciones que el fracaso siempre brinda. Es indispensable convertir al pasado en una fuente de aprendizaje para capitalizar nuestros errores y no reiterarlos, y convertir al futuro en una fuente de proyectos que motiven nuestra acción presente, que impulsen nuestra acción de hoy. En última instancia, se construye el futuro desde un presente que ha capitalizado sus errores del pasado”.
“Seamos esperanzados”
“¿Por qué lo ético está por encima de lo económico?”, planteó Santiago Kovadloff a los participantes de la disertación, y respondió: “Porque lo ético significa, fundamentalmente, la dimensión legal, jurídica y fraternal que rige la organización de la economía. Sin una economía organizada no podemos progresar. Pero una economía organizada es, ante todo, una economía que ha decidido cuál es el significado de la vida del prójimo, cuál es el ideal de equidad social hacia el que se aspira, y qué debe entenderse por ‘convivencia’ en el orden del desarrollo económico. Hay autoritarismos que se organizan muy bien económicamente y no tienen ninguna responsabilidad ética en el sentido que la describimos. El ejemplo más a mano es el de China, un país que ha progresado y que progresa con una economía extraordinariamente bien organizada. Ahora bien, la dimensión ética del comunismo chino es nula, porque el sujeto está condenado a ser masa en el marco de un sistema político donde lo que se solicita es obediencia y no desarrollo subjetivo. El desarrollo objetivo se paga con inoperancia e inexistencia subjetiva. En cambio, la dimensión de lo ético en los países capitalistas mejora en la medida en que se entiende que el progreso proviene de la capacidad de hacer del desarrollo un recurso de la libertad personal y de la solidaridad colectiva. Allí donde hay progreso en el sentido pleno del término, en el sentido liberal de la palabra, el poder está sujeto a la Ley, porque la Ley es la expresión de la ética. Allí donde, a la inversa, la Ley está sujeta al poder, entonces puede alcanzarse un desarrollo económico organizado mediante un régimen despótico, con ausencia de libertad, de pensamiento crítico y de solidaridad”.
Al remarcar la necesidad de mantener vigentes los postulados republicanos de la democracia, el ensayista advirtió que “hoy, la Argentina está al borde de que los valores compartidos de la Constitución se vean tergiversados por intereses sectoriales, y de que quienes deben aprender a convivir como adversarios se vean forzados a considerarse enemigos”, y enfatizó: “Queremos vivir en una República para poder realizarnos personalmente y para comprender que 2 viene antes que 1, es decir, la convivencia con el prójimo es la que genera oportunidades personales. Debemos ser hombres y mujeres esperanzados: ni pesimistas ni optimistas, sino esperanzados. El optimista y el pesimista son idénticos: ambos saben lo que va a pasar. Uno dice que todo va a andar mejor y el otro dice lo contrario. ‘Esperanzados’ significa ser capaces de advertir, en un buen diagnóstico de la realidad actual, que contamos con elementos que –fortalecidos y arraigados en la imprescindible convicción cívica y republicana– pueden dar vuelta la situación actual y llevarnos al desafío inmenso de construir una República que no sólo exprese la posibilidad de ganar una elección, sino además de ganar el porvenir como espacio de convivencia, afianzamiento. Seamos esperanzados. Veamos qué elementos tenemos para dar la batalla y sepamos que la dignidad no está en durar, la dignidad está en la calidad ética de la vida económica y del desarrollo cultural que necesitamos”.
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